Digamos que hablábamos,
me aclaraba el panorama y ordenaba el desquicie en mi cabeza. Y de repente en mi vida, todos los canelones encontraban su relleno, todos los bon o bon eran de los amarillos con rojo, todos los churros tenían dulce de leche adentro. Es ridículo que haya algunos que no.
Es ridículo que no encuentre explicaciones a las cosas que pasan con él.